Empezamos el tiempo de Adviento. Por mucho que se empeñen los comercios y los ayuntamientos en adelantar la Navidad con sus campañas publicitarias y sus luces por las calles, todavía faltan cuatro semanas para que nazca Jesús.
Y en eso consiste el Adviento, en esperar la llegada del Mesías, del Salvador. En estos cuatro domingos que preceden al 24 de diciembre los Evangelios nos van indicando qué debemos hacer para acoger a Nuestro Señor.
En el primer domingo de Adviento se nos invita a estar despiertos, atentos a lo que pasa a nuestro alrededor, a las necesidades de los demás, no encerrados en nosotros mismos: “Estad despiertos en todo tiempo”.
En el segundo, San Juan Bautista nos dice: “Preparad el camino al Señor”. Aquí cabe preguntarse cómo me preparo yo para recibir a Jesús. ¿Qué es lo que celebro yo realmente en la Navidad? ¿La lotería, los regalos, las comilonas, Papá Noël? ¿Cuál es para mí el verdadero sentido de la Navidad?
El tercer domingo, tradicionalmente denominado “Gaudete”, nos deja claro que la verdadera alegría está en compartir. Ante la insistente pregunta de: ¿Nosotros qué debemos hacer?, San Juan Bautista dice que debemos estar atentos a los más necesitados.
Finalmente, el último domingo narra el encuentro de la Virgen María y su prima Santa Isabel. Esta exclama con humildad: ¿Quién soy yo para que me visite la Madre de mi Señor?
También nosotros podemos decir lo mismo que Santa Isabel, reconocer nuestra pequeñez y sentirnos desbordados por la grandeza de un Dios que nos ama tanto que se hace Niño para salir a nuestro encuentro y venir a nuestros corazones. Es imposible entenderlo.
Se trata del inefable misterio de Dios. Ante esto solo cabe la adoración y el agradecimiento.
Les deseamos que vivan con profundidad este tiempo de Adviento, de manera que cuando llegue la auténtica Navidad, puedan celebrar de manera sincera y alegre el nacimiento del Niño Jesús.
